Boletín Nº 38 (Diciembre de 2001)
Sumario.- Plaza Mayor.-Movimiento demográfico.- Editorial.- La Directiva informa.- Información municipal.- Noticias locales.- Crónica Fiestas 2001.- Pregón de las Fiestas.- Los toros.- Nuestro pasado en fotos.- Ficha de Inscripción.- Colaboraciones.- Temas de Interés: Educa la comunidad.- Medicina y salud.- Breves comarca.- Prensa provincial.- Naturaleza y Medio Ambiente.- Páginas poéticas 40.- Entrevista.- Nuestras recetas.- Diócesis Guadix-Baza.- Cultura e investigación.- Gor histórico.- Viajar por el mundo.- Humor y pasatiempos. |
EDUCA
LA COMUNIDAD
|
Profesor de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Granada, es un gran entusiasta del valor de "lo local". Por ello ha querido colaborar con nuestra revista, a la que conoce y valora como un "importante vehículo de comunicación entre personas que tienen una historia en común, un pueblo en común".Nos honra presentar en este número una aportación de profundo contenido que refleja la categoría humana y literaria del autor del libro, «La magia de educar en casa. Razones de amor». Educar a una persona es más complejo que hacer una mesa, sembrar trigo o criar una oveja. Hablar de educación tiene que ver con favorecer el desarrollo de un cuerpo sano; con hacernos más inteligentes; con potenciar nuestra capacidad de amar y con establecer lazos confiados con los demás.La afectividad es el término que mejor define el concepto de persona. Es decir, somos nuestro mundo afectivo; somos en la medida en que queremos, somos nuestros sentimientos. El amor existe cuando se encarna en personas concretas; no germina en el vacío ni se desarrolla si permanecemos encapsulados. Prende el amor en la contaminación con los otros, cuando registramos su olor, su palabra, sus proyectos vitales, su solidaridad y somos porosos al aire que respiran su cuerpo y su alma. LA AUTOESTIMA La autoestima es la
palabra que equivale y sustituye a afectividad; por tanto, la autoestima
nos retrata como personas; es la actitud hacia nosotros mismos; es una
orientación afectiva que puede evaluarse como positiva o negativa y que
procede de los sentimientos que tenemos acerca de todo lo que somos. La
autoestima se perfila en la discrepancia entre como queremos ser y como
somos; entre la percepción propia y la ideal. Nuestro empaque humano
tiene que ver con el amor que nos dispensamos. Poseer una autoestima
positiva es condición para querer a los demás. Nadie da lo que no tiene.
El amor que se posee y que se puede ofrecer, de manos de la EMPATÍA,
en forma de buena vecindad, de amistad o en calidad de madre, emerge del
cariño que nos profesamos. El viaje de nuestros afectos hacia nuestros
hijos, estudiantes o hacia los demás miembros de nuestra asociación o
del grupo de amigos, parte del amor que nos procuramos. La autoestima nada
tiene que ver con la prepotencia o con el engreimiento; más aún, éstos
encubren la carencia de aquélla. Es la autoestima, en cambio, gemela de
la empatía, que es el néctar de la convivencia. APUNTES PARA TENER EN CUENTA El apego Durante los dos primeros años, el niño desea sobre todo que su madre y su padre lo cojan en brazos; lo sitúen frente a ellos; que lo miren de cerca, que le hagan carantoñas. De este modo, el bebé, que aún no sabe quién es él, aprende que está con uno de los suyos. Es la primera y capital experiencia. El juego preferido es estar junto a la cara de su madre. El rostro humano ofrece el brillo, el contraste de color, de textura, de relieve y de movimiento óptimos para favorecer el desarrollo visual. De la cara brota la palabra, que en forma de habla cantada o de canto hablado, como las nanas de nuestras abuelas, es ideal para su oído. Besar y tocar es un lenguaje que se interpreta a la perfección, pues la piel del padre es como la suya y tiene su temperatura. De modo, que ofrecer estos intercambios a nuestros pequeñines, que en esto consiste el apego, es el registro que mejor desarrolla la inteligencia y la afectividad, pues se trata de su actividad rectora, porque les estimula y les hace crecer. Es el alimento preferido para su personalidad, como la leche materna lo es para su cuerpo. El juego El juego es la escuela por excelencia en el período que va de los dos a seis años; y ya, en lo sucesivo, no dejará de ser capital en el proceso de enriquecimiento personal. Jugando el niño despliega lo mejor que posee; interpreta la realidad como símbolo y manifestación de sus deseos; amplia el conocimiento de su cuerpo; aprende a situarse en el espacio y a asimilarlo y a relacionarlo con el tiempo. Practicar el fútbol, especialmente a lo largo de la educación primaria, exige controlar el cuerpo: detenerse, correr, presionar el balón, dirigirlo; supone que existen compañeros a los que pasar el balón y tener en cuenta a los jugadores del otro equipo para regatearlos. Vivir es repetir: comemos a diario, dormimos cíclicamente, hablamos, etcétera. Hacer algo «porque sí», repetir agradablemente, ésta es la esencia de los juegos, es estrategia anhelada y soñada, pues nos procura despertar a una vida más rica. Entregados a la actividad lúdica, hacemos amigos y conocemos a otros; aprendemos a resolver problemas; y, por tanto, nos hacemos inteligentes. De igual modo, nos forjamos leales y éticos, pues no es lícito dar patadas ni hacer trampas, ya que el árbitro lo sancionaría y el público lo recriminaría. El juego es un baño de mejora integral. En los colegios esta actividad es y debe ser también señera. La curiosidad Entre los seis y doce años,
la demanda favorita, la sed principal, el agua más precisa se llama curiosidad.
Se explica la inteligencia como la capacidad de adaptación. Adaptarse con
éxito depende del conocimiento que vamos adquiriendo sobre las personas,
sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos. Seguramente, la persona más
amiga nuestra es aquélla a quien mejor conocemos; por ello, brotan
la empatía y la simpatía singular que le dispensamos; y,
además, nos comportamos con ella muy bien: la simbiosis es
óptima. Pues bien, interpretar mejor a más gente; acumular
información sobre el funcionamiento del universo; saber de historia, de
música, de tradiciones y entender acerca de nosotros mismos permitirá
que seamos más solidarios; que nos adaptemos mejor a la naturaleza; que
disfrutemos y gocemos de modo íntimo. La ciencia no cesa en su propósito
de explicar las leyes que rigen el funcionamiento de la vida en general y
el de las personas. ¿Para qué? Para poder orientarnos mejor. Pues bien,
esta necesidad de saber o curiosidad es el afán emblemático en
este período. Intimidad La actividad que se convierte en
principal en la adolescencia y juventud es la intimidad. El
cuerpo experimenta cambios (pubertad) que expresan el tránsito de la
niñez a la adultez; a veces, más que cambios, son auténticas
metamorfosis. Así también, emergen en esta etapa con brío otras
propiedades que reflejan nuestras inquietudes más hondas. La inteligencia
se enriquece y nos permite de modo más preciso comprender, por ejemplo,
el concepto de tiempo subjetivo. El adolescente descubre que no existía
hace dieciséis años y que no vivirá en esta tierra dentro de cien. Esto
le afecta vitalmente. ¿Cuál es el sentido de la existencia? El joven
vive unos sentimientos e impulsos de índole sexual que necesita
comprender y expresar para poder regularlos y canalizarlos. La muchacha
desea sentir que pertenece a un grupo de iguales; que es parte de una
comunidad local y universal. Ser joven, lo tengo escrito, es como nacer
de nuevo. Los principios éticos, religiosos y sociales cristalizan
en esta época y pueden tomar sentidos muy diversos o dispares. La vida en casa Para concluir, indicaré unas
líneas maestras, susceptibles de imprimir calidad y mejora en el clima
de nuestros hogares. Más que dar cosas, démonos. Con
frecuencia, el secreto y la fórmula, en verdad mágicas, se escriben con tiempo.
Quien lo da todo, lo hace bien. Nadie es perfecto; esto en psicología es
un principio que no se cuestiona. Mostrarnos humanos es el reto y ello
conlleva equivocarse. Lecciones de humanidad es lo que siempre damos.
Manifestando nuestro parecer siempre acertamos; censurando y sentenciando
es probable que creemos barreras. Descartemos los juicios del tú:
«eres un gamberro, eres un inútil...», que descalifican y paralizan y
procuran resultados contrarios a los que, en verdad, deseamos. En cambio,
las reacciones del yo: «me parece», «yo veo así el tema»; este
lenguaje sí nos convierte en aliados seguros. Proceder así no indica
debilidad, sino fortaleza vestida de sensibilidad para con el otro y de
empatía: es una actitud de manos blancas y de alma tendida. Granada, víspera del día del maestro |
El hijo de la Tía Micaela G.P.A. Muy frágil Cuando llegaba a la posada
preguntando por la piedra de afilar las agujas, ya os podéis imaginar el
cachondeo, aunque simulaban seriedad, y cuando sacaban el artefacto la
cara del muchacho era un poema, pues la piedra de afilar las agujas
consistía en un artefacto pensado para que fuese difícil de transportar.
Consistía en un palo de menos de medio metro del cual colgaban mediante
dos cuerdas dos piedras grandes, una de cada punta, de tal forma que no se
podía poner de hombro a hombro (atravesado) por ser el palo demasiado
corto, y puesto sobre un solo hombro, parecía cómodo, pero al andar las
piedras se balanceaban golpeando las espinillas y las corvas, es decir que
era muy incómodo de llevar. Tomás Ibáñez |
UN PAISANO EN EXTREMADURA por Roberto Balboa |
Vuestro paisano. |