Boletín Nº 32 (Diciembre de 1999)

 

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El pregonero de las fiestas de 1999: Manuel Sánchez García

 

Sr. Alcalde, señoras y señores concejales, queridos paisanos y amigos:

Quiero manifestar, en primer lugar, que es para mi un gran honor leer el Pregón de las fiestas del presente año, en consideración de nuestro santo patrón San Cayetano.
            Cuando nuestro alcalde me propuso hacerlo, no acepté inmediatamente porque no me veía con los méritos suficientes para ocupar esta tribuna.  Después consentí guiado, principalmente, por el amor que profeso a nuestra tierra y sobre todo por algo que es para mi consustancial e incrustado en su paisaje: el cariño a mis paisanos, amigos y familiares, algunos aquí presentes, otros en lejanas tierras y muchos, por desgracia, desaparecidos; vaya para los primeros mi saludo afectuoso y para los demás mi más nostálgico recuerdo. 
             Pero no es hora de nostalgias, sino de realidades.
             A lo largo de la segunda mitad del siglo que estamos a punto de terminar,  ha sido una constante el traspaso de población de la agricultura en favor de la industria y los servicios; los consiguientes fenómenos migratorios han hecho que la comunidad goreña esté diseminada por toda la geografía española y parte del extranjero, ocasionando una  disminución paulatina de la población de Gor, que ha envejecido y a la que faltan jóvenes, porque difícilmente se adaptan a la nueva situación y marchan a la ciudad. 
             Estas circunstancias nos han sumido durante mucho tiempo en un pesimismo casi general. Eso de "Gor está en las últimas" o "esto no tiene arreglo" lo hemos venido escuchando durante demasiado tiempo. No son ciertas estas premisas, ni mucho menos incuestionables (aunque a veces lo parezca), como tampoco lo es  aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor"; creo, que hoy se vive mejor en Gor y que, contrariamente a lo que muchos piensan, tiene un mejor futuro. Me explico:
              La proximidad de la Autovía del 92 nos ha sacado del aislamiento en que nos encontrábamos. Asimismo, las infraestructuras y los servicios han mejorado sensiblemente, aunque todos aspiremos a que sean mas, canalizadas a través de iniciativas particulares. ejores; Gor es la puerta de entrada de un rico patrimonio medio-ambiental sin contaminar y gran parte de su término se encuentra dentro de los límites de un Parque natural que cuenta con hermosos paisajes y zonas para el esparcimiento y los deportes de montaña; la actividad agrícola y ganadera  tradicional se ha subido al carro de la  modernización; hay nuevas iniciativas de granjas avícolas y porcinas; el Area de servicio es una fuente de riqueza de buen presente y mejor mañana, con magníficos restaurantes, gasolineras y futuros hoteles; hay establecimientos enfocados hacia el turismo rural; funciona una fábrica de embutidos... y una iniciativa encomiable, por la que hay que felicitar al Ayuntamiento y a su alcalde, que fue quien tuvo la feliz idea de la construcción del hostal-residencia de ancianos, para cuya atención se preparan veinte jóvenes de Gor en la Casa de oficios que ya está funcionando.
              También dispone Gor de ricos yacimientos arqueológicos  (algunos sin explorar), de una iglesia renacentista del siglo XVI,  en la que aún quedan algunos tesoros artísticos (sobre todo, pinturas del barroco y vasos sagrados); nos quedan las ruinas del palacio-castillo, hoy destinado a plaza de toros y, en general, uno de los conjuntos urbanísticos mejor conservados de nuestra provincia; permanecen cerca del río bastantes molinos harineros, algunos en buen estado de conservación y otros vestigios, huellas de nuestra historia pasada que, poco a poco, habrá que seguir reconstruyendo.
              Nos encontramos en un lugar de privilegio para la explotación de un turismo cultural, rural y ecológico, centro sobre el que deberían girar el resto de actividades económicas; seguramente habría que transformar en esencial lo que hoy es sólo accidental, pero procurando evitar aquellos factores que puedan romper su equilibrio.
              Del talento de los goreños para llevar a cabo esta transformación no me cabe la menor duda. Y me refiero, principalmente, a aquellos que decidieron quedarse y sacar su familia adelante sin emigrar, a los que supieron vencer aquellas circunstancias hostiles y penosas, tan sólo comparables a las que debieron soportar nuestros antecesores de los asentamientos neolíticos; no podemos esperar menos de los sucesores, en gran medida, de aquellos vecinos nuestros que en 1427 fueron capaces de comprar las tierras de Gor al rey nazarita de Granada, y con ellas su propia libertad; o de aquellos que en 1558 iniciaron un litigio por la propiedad y el uso de los montes, y que mantuvieron durante más de dos siglos contra el poder establecido de su época, a la sazón los señores feudales de Gor. Estos hechos hablan por si solos de la condición de los goreños, de su tesón, de su voluntad y de su amor al trabajo, a la libertad y a la justicia. 
             Desde mi modesta opinión, el objeto y el sujeto de la transformación son magníficos. Ahora hace falta insistir ante los poderes públicos para que encaminen sus acciones hacia el apoyo de estas ideas.
              Para comenzar, y a modo de preámbulo, habrá que recabar de las administraciones competentes las ayudas económicas y técnicas para mejorar los accesos a los lugares dignos de visitar, para conservarlos en buen estado y para la confección de una guía turística y una página en Internet, que nos sirvan de escaparate ante el mundo, que promocionen nuestros productos y riquezas naturales y artísticas, y con las que podamos preparar visitas y establecer itinerarios por la geografía de Gor y sus anejos.
              Pero como no es el momento de demandas sino de solemnidades, os animo a aparcar durante estos días los problemas y a participar plenamente en las fiestas de nuestro pueblo. Vayamos a la bandera, a la procesión, al encierro, a los toros; con sana alegría, con unión, con amistad porque, al fin y al cabo, Gor será mejor en la medida en que todos empujemos en ese sentido. 
              Para ello sabemos que no estamos solos, que tenemos la ayuda segura de nuestro santo patrón San Cayetano, padre de la Providencia y nuestro abogado desde 1666 en que aquellos 104 vecinos de este pueblo se pusieron y nos colocaron bajo su advocación; pero ya sabéis el refrán "a Dios rogando y con el mazo dando". Por ello, es necesario poner todo nuestro amor por el trabajo bien hecho, ser competitivos en el perfeccionismo y generosos en el afecto por nuestros convecinos, si es que aspiramos a que nuestro querido pueblo pueda tener un hermoso porvenir.  ¡Felices fiestas!

 ¡¡Viva San Cayetano!!¡¡Viva Gor!!

 

 

 

 

 

 

 

AGUA OCULTA QUE LLORA

 

Para el ser humano como para todo ser viviente, el tiempo, ni es reversible ni jamás deja su carrera, nunca se detiene. De forma inadvertida, pero implacable, va dejando su huella marcada en todas las cosas, quebranta nuestra existencia y se refleja en nuestra cara que, según dicen, es el espejo del alma. La evidencia, no necesita de demostraciones ni valen elucubraciones filosóficas. En todo incide y nada se le resiste. Hasta las murallas, con su olor a piedra vieja y su silencio de muerte, después de su época de esplendor, acaban mostrando una imagen patética y desoladora. Ellas son en su desnudez, un mensaje sin palabras, petrificado y mudo, que nos hablan de un ayer.
Ante los retos que la dinámica del tiempo nos plantea, y que son incuestionables, nos dice la experiencia que solo cabe una postura: o renovarse o morir. Nos impone buscar otras alternativas; otros puntos de encuentro que nos ayuden a descubrir nuevos cauces para potenciar y sostener la vida de los pueblos; tomar como referente siempre el pasado, sería tan absurdo como querer detener las agujas del reloj, para hacernos a la idea de que la vida sigue igual. Olvidamos que con el tiempo todo cambia y se renueva: el vestuario, la vivienda, las costumbres, el lenguaje y la vida de las plantas; se renueva la sociedad en sí misma, nuestra mentalidad y nuestro juicio. Perder el tren del cambio, aunque choque con nuestra mentalidad, ya sea por tozudez o cobardía, implica algo tan grave como condenarse a permanecer anclados en un otoño pálido y sin fin. También el evangelio nos lo recuerda, con toda precisión, cuando nos dice que a vinos nuevos, odres nuevos. Y la Iglesia, madre y maestra, nos relanza a una nueva evangelización de acuerdo con los signos de los tiempos.
Salir de nuestros sueños es un imperativo de la naturaleza; lo contrario, por más exagerada que nos parezca la expresión, acabaría llevándonos como por inercia al aparcamiento o al desguace, al otoño de nuestra vida personal donde la savia brilla por su ausencia. En nuestro pueblo que tanto queremos, el inmovilismo y la falta de creatividad dejaron bien marcada la pisada; casi todas las cosas nos retrotraen al pasado, a lo que fue. La sacudida de los tiempos nuevos, no tuvo como respuesta la búsqueda de soluciones nuevas, sino la huida desesperada, de conveniencia para unos y de necesidad para otros, dejando al enfermo morir. Y por eso la estampa es la que es y no hay otra: calles en silencio y plazas evocadoras bajo el silencio amigo de la luna velada. Pero eso sí; que las cosas sigan estando donde estaban y como estaban, tal y como yo las conocí, para que mi vista, si vuelvo de vez en cuando, no sufra el menor contratiempo. Lo que menos importa es que el enfermo se encuentre en agonía. ¡Qué gracioso!
Decir cosas bonitas sin tomar el bisturí para tocar la herida que siempre duele, es lo más fácil y lo que menos compromete; pero no están los tiempos para moverse solamente por el terreno de la poesía y la belleza aunque también sean valores necesarios para nuestra existencia. El esfuerzo del alcalde Porcel, que pasará a la historia por su cariño al pueblo, debe ser un incentivo para tomar otras iniciativas y aunar esfuerzos, si queremos de verdad que salga de nuevo el sol.
Las tardes otoñales en Gor, son tan crueles como bellas, no tienen parangón. En el recodo de sus sierras, cobijo natural del pueblo, se van extinguiendo día tras día, en la inefable dulzura del crepúsculo, mientras la vida se repliega, con su rostro visitante y también en los que quedamos, una sensación fría de extraña complacencia. Juan Ramón Jiménez, con su célebre pluma y exquisita sensibilidad, las hubiera dibujado magistralmente como describía las tardes de Moguer. El gozo se funde con la quietud y la calma en un abrazo de paz indescriptible; pero la ausencia de vida se palpa, se mastica, y es en esos momentos cuando surgen los interrogantes.
Al llegar la Navidad, el aliento se hace denso y las estrellas recuperan transparencias de ópalo bajo el cielo de cristal, pero es entonces cuando el pasado aflora con toda su carga de sufrimiento y ausencia en el corazón de los pocos que permanecen, es decir, de nuestros mayores. Por ello, su conversación tiene siempre el mismo telón de fondo: sus hijos y sus nietos. No se cansan de hablar de ellos y, mientras describen los lugares de residencia y la lejanía, sin poder evitarlo, alguna perla se les cae de los ojos hasta llegar al suelo. Hasta el humo que dejan escapar las chimeneas hogareñas, más bien pocas que muchas, durante la navidad, se va elevando en espiral, con una gravidez casi plomiza.
Durante la estación invernal, los vientos, convertidos en brisa por el corte de sus tierras, son gélidos. Las gentes más experimentadas del lugar, por su edad y sabiduría, dicen que son únicos para someter a procesos de curación aquellos productos ricos y sabrosos, que jamás dejan de visitar las mesas mejor plantadas. ¿Llegará el día? ¿Brillará un nuevo sol?
Siempre es bueno alimentar las esperanza en un nuevo amanecer, para que Gor, hervidero de vida en tiempos pasados y constantemente evocados, deje de ser ya, agua oculta que llora.
A las puertas de Belén, con la mirada puesta en el nuevo milenio, aprovecho esta ocación, para hacer llegar a todos los goreños, mi felicitación entrañable y mis mejores deseos de paz y de bien.

Vuestro párroco
F.Hidalgo

 

UN PAISANO EN MARRUECOS


El viaje, propiamente dicho, comenzó como casi siempre el día de antes en que cogimos un autocar de Bacoma con destino a Málaga. Y digo cogimos porque este verano pasado me casé en la Venta del Duque y de manos de mi querido cuñado Paco Porcel, por lo que podríamos decir que era el primer viaje que hacía acompañado de mi mujer, o sea, el viaje de novios.
Para mí ha sido muy importante casarme en mi pueblo de adopción, pues ya sabéis el cariño tan grande que le tengo a Gor.
Pero prosigamos con nuestro viaje y dejemos las melancolías para otro momento.
Dormimos en un céntrico hotel de Málaga, pero mientras llegaba la noche dimos una vuelta por el centro de la ciudad y enseñé a mi flamante y reciente esposa algunos de los lugares que yo frecuentaba cuando trabajaba en una editorial y visitaba Málaga con bastante asiduidad.
Estuvimos en el Bingo a probar fortuna, pero la fortuna ya iba con nosotros y la del Bingo se resistió, por lo que tras tomar unas cervezas nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente estábamos en el punto de encuentro con quince minutos de antelación y puntualmente estábamos saliendo por la costa hacia Algeciras, no sin antes recoger a una serie de personas en distintos hoteles que hacían también el mismo viaje que nosotros.
Paramos a una media hora de Algeciras para tomar un tentempié y Espe, mi mujer, se sintió un poco indispuesta por lo que el guía, nuestro buen amigo Andrés, le insinuó que si estaba embarazada. Creo que le vino tan bien la insinuación que de puro rubor al momento estaba recuperada y no volvió a tener el más mínimo problema durante el viaje. Gracias Andrés.
Embarcamos poco después en el Ferry con dirección a Ceuta dónde llegamos al cabo de una hora y cuarto no sin antes haber visto el celebérrimo "Peñón de Gibraltar". No puedo remediarlo cada vez que paso por esas tierras, pero creo que la mayoría de los españoles ansiamos poder recuperar algún día ese trozo de tierra que tanto queremos.
Ya nos estaba esperando un autocar que nos llevaría hasta Tetuán , donde después de comer poco más de un bocadillo que nos costó a precio de oro, cambiamos de autocar y proseguimos el viaje hasta Fez.
El hotel de Fez era como si hubiera salido de un cuento de "las Mil y Una Noches". El vestíbulo principal consistía en una gran cúpula que me recordó a las que vemos en algunos salones de nuestra incomparable Alhambra, de la cual pendía una gigantesca lámpara de cristal que embelesaba por sus dimensiones y por los mil brillos que se desprendían de ella.
Nos advirtieron que probablemente sería el mejor hotel en el que parásemos aunque todos los hoteles dónde íbamos a parar eran de cinco estrellas. Nos explicaron que si llegas de fuera con dinero para invertir en la construcción de un hotel, te dan todas las facilidades del mundo; no pagas impuestos en un montón de años, no pagas impuestos por llevar material importado de cualquier tipo, etc., pero luego con el paso de los años todo se va deteriorando y para reponer cualquier cosa que sea de importación te cuesta un ojo de la cara, por lo que es frecuente que encuentres en un hotel de esas características el grifo del agua fría de un color y el del agua caliente de otro color y esto aplicado a todos los elementos que puedas imaginar, por lo que en Marruecos no puedes asociar la imagen de un hotel de cinco estrellas a un hotel como el que conocemos aquí.
Y efectivamente así fue, a excepción de Marrakech en dónde el hotel era bastante bueno, en los demás sitios dejaban mucho que desear.
Al día siguiente visitamos la ciudad de Fez, que está considerada como la más antigua del Reino Alauita, fundada en el año 808, antigua capital del Reino y cuna de la religión musulmana, así como la ciudad intelectual, cultural y artística del país por excelencia, la cual fue refugio en el año 817 de 800 familias musulmanas de Córdoba y tuvo la universidad más grande del mundo árabe en el siglo IX llamada "Karaouyne".
La Medina (ciudad antigua) es la más extensa del Norte de Africa y por ella nos paseamos durante la mayor parte de la mañana, visitando diversos establecimientos de todo tipo.
Lo que más me llamó la atención fue ver los lavaderos donde curten las pieles, tanto por el olor extremadamente insoportable, como por el método empleado, que consiste en una serie de pequeñas balsas conteniendo cada una un preparado distinto a base de mezclar agua con palomino o con sal o con otros productos, en las que se van sumergiendo paulatinamente las pieles que todos conocemos una vez trabajadas como marroquinería.
Después de cinco horas andando por la Medina, solo habíamos visto una pequeña parte de ella, pero si nos llevábamos una visión bastante generalizada de lo que es la vida en Marruecos.
Se me olvidaba contaros que en la Medina los vehículos a motor no pueden entrar, por lo que todos los productos son introducidos a lomos de burros, mulos, caballos (los menos) o simplemente en carretillas tiradas por personas y que cualquiera de estos tienen preferencia de paso siempre. Ya nos advirtieron que cuando oyéramos la palabra "balak" quería decir que nos pedían paso y que teníamos que cederlo so pena de resultar manchados con cualquier producto o de recibir cualquier arañazo.
Por la tarde nos trasladamos a Meknes, donde se encuentra la tumba del Gran Monarca y en la que nos limitamos a hacernos unas fotos en la puerta del gran Palacio Real, ya que por diversos motivos no se podía visitar.
Al día siguiente emprendimos viaje hacia Marrakech. Nos esperaban 500 kms. de una carretera en malas condiciones, pero a medida que avanzaba el viaje íbamos quedando absortos en la contemplación del paisaje, ya que contra lo que cabría esperar estábamos en un país verde, que a cada paso nos asombraba más y en el que podías pasar horas y horas contemplando una tierra en extremo rica y fértil, contra lo que todos esperábamos encontrar, o sea, una tierra desértica o casi desértica.
A unas dos horas de haber emprendido el viaje, paramos a tomar café en un pequeño pueblo llamado Ifrane, del que nos dijo el guía que era la estación de esquí más importante del país y a la que conocían con el sobrenombre de "La Pequeña Suiza". Y efectivamente aquello chocaba con lo que habíamos visto el día anterior en la Medina de Fez.
Desde allí enviamos unas postales a varios familiares y amigos y entre ellos a nuestro querido Joaquín Santonegro, para que hiciera extensivo nuestro recuerdo y cariño a toda la buena gente que tenemos la suerte de juntarnos de vez en cuando en su "Venta".
Por cierto, ya nos advirtieron que aprovecháramos para felicitar las Navidades porque dudaban que las postales llegaran antes de esa fecha a pesar de que estábamos a primeros de octubre y aunque a algunos ya les llegaron a Joaquín aún no.
Pudimos admirar además durante el viaje bastantes jaimas bereberes, que consisten en tiendas de campaña que hacen con unos puntales y cubren con una especie de toldos hechos con lana de oveja.
Llegamos a Marrakech entrada la noche y con la fatiga acumulada de los kilómetros y como no sabíamos manejarnos por la ciudad, poco después de cenar nos fuimos a dormir.
Como sabéis, hace poco que murió Hassan II, al que ha sucedido su hijo Mohamed VI y parece, según cuentan en el país, que este último empieza a realizar una serie de cambios políticos y administrativos con la idea clara de abrir una ventana de esperanza a un futuro más demócrata y más cercano a Europa.
Aún así, las tradiciones están muy arraigadas en la gente del pueblo y costará bastante llegar a una democracia pura, en el sentido que los europeos damos a esa expresión.
Allí no existen las pensiones para cuando el hombre cumple una determinada edad o no puede trabajar. Allí los padres son recogidos por sus hijos y viven a sus expensas el resto de sus vidas. Es más, entre los hermanos puede haber verdaderas disputas por que el padre, o la madre, o ambos, han pasado más tiempo en casa de un hijo que en casa de otro. Y por supuesto la opinión del padre es tenida como palabra de Alah y nadie osa cuestionar las decisiones que pueda tomar en cualquier sentido. Hasta tal punto llega el respeto a los mayores que un hijo jamás miraría a su padre directamente a los ojos y le mantendría la mirada, ya que ello equivaldría a que de alguna manera faltaba al respeto debido.
En Marruecos, igual que aquí e igual que en cualquier sitio del mundo, hay gente de todos los tipos. Quiero decir que no todos son musulmanes acérrimos o extremistas, que ni tan siquiera todos son religiosos y que los hay peor y mejor personas, por tanto, quiero que quede claro que no todos respetan a sus mayores, pero que la gran mayoría, la clase media y alta si los respetan en un porcentaje muy elevado.
La moneda del país es el dirham y equivalía cuando estábamos allí a unas 17 ptas.
Las compras son bastante interesantes, pero hay algo que siempre debes tener en cuenta y es el regateo. Recuerdo que en una de las muchas tiendas que visitamos el empleado se enfadó conmigo porque no quise entrar en el juego del regateo y me dijo que a su país se iba a regatear y que si no lo hacía prefería no venderme nada. De hecho, se olvidó de mí y a pesar de que me veía rondar por la tienda y manosear esto y aquello, no volvió a dirigirse a mí.
Se puede comprar bastante barato casi cualquier cosa, pero lo más recomendado son los conocidos artículos de marroquinería, tales como bolsos, babuchas, cinturones, monederos, etc., y en cuestión de ropa las chilabas, los foulards, etc., y por supuesto todo lo que te enseñen es de imitación aunque también en esto hay imitaciones buenas y malas.
Marrakech también es llamada "La Ciudad Roja" porque casi todos sus edificios tienen un color ocre tierra y está considerada como la capital del sur.
Durante la mañana siguiente realizamos la visita guiada de la ciudad y por la tarde nos fuimos a ver el famoso hotel "La Mamounia", que está considerado como uno de los mejores del mundo y, sobre todo, contemplamos el atardecer incomparable en la «Plaza de las Tres Edades" o como ellos llaman "Djemaa el Fna", que tantos y tan famosos escritores han descrito una y mil veces.
Allí puedes ver una mezcolanza de gentes y actividades difícilmente imaginables. Puedes encontrar cobras que bailan, espectáculos circenses de todo tipo, puestos para comprar de todo, gentes venidas de lejos que cuentan fabulosas historias a quienes quieran escucharlas y que en un momento determinado interrumpen su narración para pedir unas monedas y si no quedan satisfechos con lo recaudado, se niegan a seguir contando la historia y mil cosas más que deleitarían a grandes y pequeños.
La verdad es que lo único que tenía en mente cuando decidí hacer este viaje, era visitar esta plaza de fama mundial y para mí alegría supera con creces a cuanto había leído y oído sobre ella.
A mitad de camino entre "La Mamounia" y la plaza esta la torre de la "Koutoubia", de la que dicen que es gemela de nuestra torre de la Giralda y que resalta en la noche de la ciudad por ser el edificio más alto y estar iluminado fabulosamente.
El siguiente día que también estuvimos en Marrakech, lo dedicamos a recorrer su Medina, donde visitamos un sinfín de tiendas de todo tipo y en la que nos llamó poderosamente la atención una tienda dedicada a vender especias de todo tipo. Según nos contaron tenían más de 600 especias distintas y después de darnos una pequeña demostración de las más importantes, casi todos compramos algo porque los precios eran bastante asequibles.
En los días siguientes visitamos las ciudades de Casablanca, Rabat y Tánger de las que poco hay que contar, ya que son ciudades modernas muy similares a cualquier ciudad moderna europea.
Lo único que si merece la pena contaros es la "Gran Mezquita" de Casablanca erigida por orden de Hassan II y costeada con las aportaciones populares, cuya torre se eleva al filo del mar a 300 metros de altura y que es verdaderamente impresionante. Caben cerca de 100.000 personas y su aparcamiento subterráneo tiene capacidad para miles de vehículos y cientos de autocares.
También estuvimos visitando el panteón donde enterraron a Hassan II y donde ya estaba enterrado su padre Mohamed V, pero seguro que casi todos vimos en la televisión el entierro de Hassan II, por lo que no os aburriré con más detalles.
De Tánger sólo os diré que guarda muchas reminiscencias de cuando la ciudad estaba bajo el protectorado de España, por lo que no es difícil ver letreros y anuncios en español y oír a la gente hablar nuestro idioma.
El último día de viaje estaba el mar un poco revuelto y la salida del barco se retrasó, por lo que tuvimos tiempo de contemplar el espectáculo de los jóvenes marroquíes intentando colarse en los bajos de los autocares y de los camiones para viajar a nuestro país y como eran detectados por la policía y perseguidos por estos a lo largo de todo el muelle.
Unas horas después estábamos desembarcando en Algeciras y de madrugada llegábamos a nuestra casa en Guadix, cansados pero contentos y felices de que todo marchó a las mil maravillas y de que podíamos contaros uno más de nuestros viajes.
Hasta la próxima.

Roberto Balboa

GOR, UN PUEBLO ESPECIAL


Hace ya varios años, debido a la tragedia de Ruanda que todos recordamos, se alteró la forma en que hasta entonces se había ido desarrollando el Concurso Gastronómico organizando por la Asociación Cultural Amigos de Gor. De esta forma, en lugar de ser un jurado quien puntuase la calidad de los distintos platos, éstos pasaron directamente a ser subastados públicamente, siendo el ganador del concurso aquel que alcanzase mayor cotización.
Desde entonces, la recaudación obtenida se viene destinando a ayudar a paises del llamado Tercer Mundo, siendo canalizada esta ayuda a través de distintas ONGs que, en ocasiones, se han desplazado hasta nuestro pueblo para presentarnos sus proyectos y abrirnos los ojos a las dramáticas situaciones en que malviven los habitantes de estos países.
Ésta, posiblemente, no sea la mejor forma de valorar los exquisitos manjares que año tras año tenemos ocasión de degustar, pero, a cambio del trabajo desinteresado de nuestros cocineros y cocineras, y de la aportación económica del público asistente, se puede hacer llegar a los más necesitados, una pequeña parte de la alegría y la felicidad de que todos disfrutamos en nuestras Fiestas Patronales.
Cuando el pasado verano comenzamos a preparar el concurso, pensamos en la posibilidad de que la recaudación fuese destinada a la Asociación Amigos del Sahara, por lo que nos pusimos en contacto con su presidente quien, desde el primer momento, se mostró dispuesto a venir a Gor y colaborar en cuantas actividades fuese necesario.
Hasta ahora, el proyecto era el mismo de años anteriores, pero hizo aparición la ilusión de algunos, las aportaciones de otros, y el apoyo de muchos. Lo que en un principio iba a ser una recaudación de fondos para una ONG, se convirtió en un proyecto de convivencia durante dos días para cien niños y niñas saharauis y cuarenta acompañantes.
Desde ese momento se empezó a trabajar en un programa de actividades que favoreciese la comunicación entre niñas-os goreños y saharauis, mediante juegos, talleres de pintura, de música, baños en la piscina y un concierto de música de calle. También se organizó una charla por parte de Mario Queiruga, presidente, y Prudencio Sañudo, responsable del área sanitaria para Andalucía del proyecto "Vacaciones en Paz" de la asociación, una exposición de fotografía, proyección de vídeo, y degustación de cous-cous y té saharaui como platos típicos, todo ello encaminado al mayor conocimiento de este pueblo, su cultura, sus problemas y su dura realidad, así como los proyectos que esta ONG está desarrollando o tiene intención de desarrollar en los campamentos de refugiados.
Por otro lado estaba el problema del alojamiento, las comidas, desplazamientos, equipajes...Un proyecto sin duda ambicioso para un pueblo del tamaño y la naturaleza del nuestro.
Y el resto ya lo conocéis. Muchos de vosotros visteis los rostros de los niños y las niñas al llegar a la piscina, sus caras de felicidad mientras chapoteaban en el agua, la expresión de sus miradas cuando alguien les regalaba un helado, su interés por los juegos que se organizaron en la plaza, su alegría y su vitalidad.
Ni los responsables de la ONG, ni los monitores y monitoras, ni los familiares y acompañantes que se desplazaron hasta aquí podían creerlo cuando, después de ver al pueblo entero volcado en atenciones y muestras de cariño hacia los niños y niñas y hacia ellos mismos, llegó la hora del Concurso Gastronómico. Primero la cantidad y calidad de los platos presentados, y luego la subasta. La recaudación total ascendió a casi cuatrocientas mil pesetas. Esto aquí puede no parecer mucho, pero, este dinero en los campos de refugiados equivale a cuatro millones de pesetas. ¡No está mal!
Podéis estar seguros de que esos fueron dos de los días más felices en las vidas de esos niños, unos días que recordarán siempre. Esto fue posible gracias al esfuerzo de todo un pueblo; gracias a que Paco el alcalde, desde el primer momento, puso a nuestra disposición y de forma totalmente desinteresada la Venta del Duque, solucionando de esa forma el problema del alojamiento; gracias a que Vicente Sánchez nos permitió utilizar las instalaciones escolares; gracias a que Manolo Ibáñez cedió de forma gratuita la piscina para los baños, el bar para el almuerzo, y Dios sabe cuantas cajas de helados; gracias a que Juan López hizo la paella; gracias a que todas las tiendas, todos los bares, todos los comercios colaboraron en la medida de sus posibilidades en la alimentación de los niños-as durante esos días; gracias a que muchas personas colaboraron para que se pudieran desarrollar las distintas actividades, unas en los juegos, otras en los talleres, otras en los roscos y el chocolate...; gracias a Pepillo y Paco, transportistas oficiales del turno de noche.
Naturalmente fue imprescindible que las instituciones colaborasen, desde el Ayuntamiento, que accedió a todas y cada una de nuestras peticiones, y la Asociación Cultural, que jugó un papel fundamental en la organización y desarrollo del proyecto, hasta el Hogar del Pensionista, sede de la exposición de fotografía y proyección de video.
Pero nuestro mayor reconocimiento es para las personas que colaboraron en las tareas más duras. Los que, llenos de ilusión, hicieron los trabajos menos agradables. Nos estamos refiriendo a vosotras-os, los que hicísteis la labor callada e imprescindible que nadie ve, que nadie valora y que muy pocos reconocen. Para vosotros-as, nuestro respeto y nuestra gratitud.
En resumen, podríamos decir que el pasado verano se desarrolló en Gor un proyecto solidario que, sin duda, excedía la capacidad de un pueblo de estas características, y que fue un éxito gracias a la colaboración de todas las instituciones, todas las tiendas, comercios, bares y restaurantes, y un buen número de vecinos.
Y¿quién dice que Gor no es un pueblo especial?

Rosalía Garcíay Antonio Vera