¿Quién no
conoce Madrid o Barcelona? ¿Quién no conoce París, o Londres, o Cuba,
o Nueva York? ¿Quién no conoce Palma, sus tradiciones, su idioma, su
gastronomía, sus paisajes, sus costas, su arquitectura tradicional, su
clima, sus playas, su infraestructura turística, los espectaculares
datos de su economía? Pues eso, que todo el mundo ya lo conoce y los
pocos que queden viviendo en la ignorancia de estos datos vitales, que
consulte cualquier enciclopedia escolar o que pida un folleto
informativo en la agencia de viajes más próxima.
Islas Baleares,
divinas ¿Para qué más datos?
Bueno, alguno
sí que habrá que tener en cuenta y no conviene que nuestra pereza para
la recopilación y documentación sea tan evidente. En primer lugar
decir que las Baleares se encuentran al este de la península siendo,
por tanto, la parte más oriental de España. Para que se hagan a la
idea, es esa zona que nunca se ve, pero que todos hemos de imaginar,
situada justo detrás del hombre del tiempo.
Probablemente
por eso, en ocasiones, la gente ni sabe que existimos, pudiendo contar
cada uno de los habitantes de Palma numerosas anécdotas que lo
acreditan y que van desde pérdida de equipajes que aparecen en la isla
de la Palma, envíos urgentes que se reciben en las Palmas y simpáticas
conversaciones del estilo de:
-¿De dónde
eres?
-De Palma.
-Qué bonita
Canarias.
Tiene gracia,
pero a veces mosquea un poco por lo que conviene que cuando hablen o se
refieran a nosotros tengan en cuenta estos importantes datos:
1. Baleares es
un archipiélago que queda lejísimos de Canarias.
2. Que una de
sus islas es Mallorca, cuya capital es Palma (de Mallorca, por
supuesto).
3. Que no se
dice la Isla de Palma porque es una ciudad, no una isla.
4. Que nuestra
ciudad no se llama La Palma porque La Palma es una isla del
archipiélago canario.
5. Que nuestra
ciudad no se llama Las Palmas porque Las Palmas es una ciudad situada en
la isla de Gran Canaria.
6. Que los
canarios nos caen muy bien, sobre todo porque ellos nunca se confunden.
Teniendo en
cuenta estos seis puntos, quedarán ustedes siempre muy bien,
acreditando conocimientos sobre los archipiélagos españoles muy por
encima de la media nacional.
Situados pues
geográficamente pasemos al asunto:
Sólo en Palma
de Mallorca, capital de Mallorca y de las Baleares. ¿Me siguen? Vivimos
más de 35 mil mallorquines de origen andaluz. De esos 35 mil, más de
11 mil somos de Granada, y de esos 11 mil, que yo sepa al menos 45
familias de Gor. Les conozco personalmente.
En Palma, (la
ciudad –insisto-) los mallorquines que no tenemos apellidos
autóctonos, es decir, los mallorquines que no hemos nacido en la isla,
o que tenemos nuestros orígenes fuera de ella, somos más de 80 mil, lo
cual representa más de un 40% de la población total de la ciudad. A
ello le hemos de añadir la población flotante que crea el continuo
flujo de turismo que nos visita; la inmigración alemana (han leído
bien), la magrebí y la latinoamericana. De todo ello, resulta una
ciudad extraordinariamente cosmopolita que provoca una apasionante e
interesantísima mezcla de culturas, formas de pensar, costumbres,
tradiciones y sentimientos que, entremezclados entre sí, forman otra
cultura unitaria a la que todos los mallorquines estamos ineludiblemente
invitados a participar y formar parte de ella: Feria de abril en abril,
el día de Galicia cuando toca, la fiesta sueca de Santa Lucía poco
antes de Navidad, las tracas en el Parque del Mar del día de la
Comunidad Valenciana, las polémicas "bierstrasen" de algunas
zonas turísticas, y un largo etcétera que ha dado lugar a la más
variopinta agenda oficial de actos culturales que un ayuntamiento pueda
presentar a lo largo de un año.
Ello está
generando (no sé si "degenerando" sería el término
adecuado) algunos problemas de identidad entre nosotros por la
posibilidad de que la idiosincrasia propia de esta isla quede diluida en
ese océano de culturas, lenguas y tradiciones a que antes me refería.
Si bien en los pueblos de la zona rural las costumbres más arraigadas
parecen resistir mejor, en nuestra ciudad la cosa cambia un poco.
Ejemplo, podríamos poner muchos como los riquísimos y fantásticos
bailes regionales incapaces de salir de las agrupaciones folclóricas
subvencionadas, mientras paralelamente proliferan academias privadas que
se forran impartiendo clases de sevillanas y bailes de salón. El idioma
es un tema con el que también se están haciendo algunos esfuerzos para
que se utilice con normalidad pero no parece que la cosa vaya demasiado
bien por ahora. La presión externa tanto del español como de las
lenguas Comunitarias (en Mallorca si no hablas algún idioma comunitario
además del español no eres nadie, pero si no hablas mallorquín no
pasa nada) está haciendo no poco bien a esa parte del patrimonio
cultural de un pueblo tan importante como es el idioma.
Pero bueno, ese
es un problema que no voy yo ahora a solucionar y tampoco es la
intención de este trabajo, pero creo necesario el ponerlo de relieve si
quiere uno tener una idea clara de todos los aspectos de este
fantástico lugar.
Algunas
referencias históricas también ayudarán:
Al parecer el
actual asentamiento de la cuidad estaba ocupado prehistóricamente por
un poblado talaiótico con importantes vinculaciones con el mar.
Posteriormente fue invadida por los romanos y más tarde por los árabes
de los que se conservan todavía algunos vestigios monumentales como el
Palacio de la Almudaina y los baños árabes.
En 1229 fue
conquistada por Jaime I que la dotó de una municipalidad que abarcaba
toda la isla (de hecho en la actualidad a Palma todavía se le llama
Ciudad de Mallorca).
Su privilegiada
situación geográfica permitió desde un principio una intensa
actividad comercial con los pueblos del Magreb, los señoríos italianos
y los dominios del Gran Turco, propiciando una edad de oro de la ciudad.
En la Lonja se llevaba a cabo una intensa actividad de contratación
vigilada por el Consulado del Mar que garantizaba el respeto a la
legalidad vigente en todas las transacciones comerciales.
A principios
del siglo XVI, la peste, las rebeliones foráneas y los ataques
frecuentes de los piratas turcos y berberiscos provocan una reducción
de las actividades comerciales, y la ciudad entra en una época de
decadencia que se prolonga hasta finales del siglo XVII.
En el siglo
XVIII el célebre decreto de Nueva Planta de Felipe V modifica el
régimen de gobierno de toda la isla transformando a Palma de Mallorca
en la capital de la nueva provincia de Baleares y es en este siglo
cuando Carlos III con la liberación del comercio con las Indias
condujeron a Mallorca a un nuevo crecimiento de la actividad comercial y
portuaria de nuestra ciudad.
La ocupación
francesa de Argelia en el siglo pasado, acabó con el peligro de ataques
magrebíes lo cual favoreció la expansión de las líneas marítimas y
navieras y, con ello, el crecimiento económico y demográfico de la
ciudad que trajo consigo el nacimiento de nuevos núcleos de población.
Pero es a
comienzos de los años 50 con la aparición del fenómeno del turismo
cuando la fisonomía de toda la isla se revuelve y la transforma en uno
de los centros de atracción de visitantes más importantes de todo el
mundo. A partir de ese momento el crecimiento del turismo es
absolutamente espectacular: de 500 mil visitantes en 1960 a 5 millones
en 1995, con un movimiento en el aeropuerto de Palma de más de 14
millones de pasajeros y de 1,2 millones por vía marítima. Eso hace que
las islas Baleares pasen a ocupar la cabeza de todo el país respecto al
PIB por habitante, siendo en 1996 la única comunidad autónoma que
supera ampliamente la media europea.
Ilustres
visitantes y residentes avalan el gran atractivo que tiene nuestra
ciudad y nuestra isla. Desde la Familia Real española que con el tiempo
se han convertido en unos vecinos más de la ciudad pudiéndotelos
encontrar en la terraza de un bar, de compras por Jaime III, en un local
nocturno tomando una copa, o de paseo junto a las instalaciones del Club
Náutico y que además actúan de anfitriones de otros ilustres
estadistas como el Emperador del Japón hace un par de años, el
Presidente Clinton el pasado verano, la malograda Diana de Gales que nos
visitaba frecuentemente, la familia real sueca, la británica, la
tailandesa, etc...
El actor y
productor cinematográfico Michael Douglas, el ex presidente Suárez, el
tenista Boris Becker, la modelo Claudia Schiffer, son solo algunos de
los residentes que junto a los goreños que habitamos Palma, dan cuenta
del nivel y categoría de una ciudad y una isla en la que éste que les
escribe es muy feliz, le gusta trabajar en y por ella, e invita a todos
a visitarnos porque los mallorquines la verdad es que somos muy buena
gente. De la mejor.