"Ilustrísimo señor alcalde, señores concejales y demás
autoridades, queridos paisanos:
Cuando el pasado día 14
de mayo se me propuso el encargo de ejercer como pregonero de estas
fiestas, comprendí que una gran responsabilidad recaía sobre mis
hombros, y por tanto sobre mi pluma.
Desde aquella fecha, podéis creerme, he pasado más de una noche en
vela recomponiendo una tras otra las partes de esta modesta oratoria; el
firme propósito -y no otro- de cumplir dignamente con tan distinguido
encargo, guiaba mis dudas y cavilaciones. A la postre, aquí me presento
ante todos vosotros armándome -como el humilde soldado- del valor que
se me supone y dispuesto a cumplir con mi misión. Sólo espero que
estas líneas alcancen la corrección que la ocasión merece.
Justo es que comience haciendo público
mi agradecimiento a nuestro alcalde y hacia toda la corporación
municipal, que han tenido bien honrarme con la con la distinción de
pregonero de las fiestas de 1997. Y como no, seguidamente debo
trasmitiros a todos vosotros, goreñas y goreños que hoy os habéis
reunido en esta plaza mis mejores deseos de felicidad y ventura no ya sólo
para estos días e relajo y chanza que nos aguardan, sino para todas las
jornadas de vuestra vida. No se trata de cumplidos de rigor, sino de mis
más sinceros votos, porque siento el orgullo de deciros que allá donde
me encontrase siempre defendí con ahínco en nombre de Gor; tanto como
la reputación de mis paisanos, en el convencimiento de que así
salvaguardaba mis raíces y cumplía con mi deuda hacia la tierra donde
vi la luz primera (ya lo dice el refrán: de bien nacidos es ser
agradecidos).
Un año más -y que sean muchos para todos- con los
calores de agosto llega la festividad de nuestro patrono San Cayetano,
del que cinco largas centurias nos separan pero de cuya vida podemos
tomar, pese al decurso de los siglos y la natural evolución de los usos
y costumbres sociales los más eximios ejemplos. San Cayetano era vástago
de una familia aristocrática, pero renunció a las prebendas de su
clase para entregarse al servicio de Dios y de sus hijos más
desvalidos, los enfermos y menesterosos. Preocupado por la educación de
los pobres en su doble vertiente moral y profesional, creó escuelas
donde los niños más humildes podían aprender aprender un oficio y
salvar su futuro de esas lacras intemporales que son la indigencia y el
delito. Basándome en conducta tan encomiable y aprovechando la condición
de portavoz popular que el encargo de pregonero me brinda, elevo mi voz
hacia las alturas para pedir a nuestro celestial abogado que ilumine
nuestros corazones, haciéndonos más generosos con todos aquellos
familiares, amigos y convecinos necesitados de ayuda, compañía o
consuelo; del mismo modo, ruego a San Cayetano que reavive en nosotros
la inquietud por la formación de nuestros niños y jóvenes, una
responsabilidad que directamente nos atañe y que de ningún modo
podemos eludir, pues en estos muchachos y muchachas reposa el futuro de
Gor, nuestro amado pueblo.
Queridos convecinos, esos mismos niños y niñas a los
que acabo de referirme, aquí presentes entre nosotros, que están
despertando un día tras otro a las luces del raciocinio y de la
responsabilidad social, cuyas mentes porosas absorben con ansiedad las
imágenes sonidos y estímulos que a su alrededor rondan y estallan como
policromos cohetes pirotécnicos ; yo mismo recuerdo, embargado por
sincera emoción un episodio de mi niñez ligado a esta plaza y a este
balcón consistoriales, cuando allá por los años de mil novecientos
treinta y tantos, desde esta elevada palestra participé en la
representación de una obrilla teatral -de cuyo título quisiera
acordarme, pero mi memoria se niega a rescatarlo del olvido-
interpretando el papel de un viejo. Paradojas de la vida, hoy me veo
viejo de verdad y ante el mismo escenario, después de haber presenciado
-y participado- en tantos dramas, comedias y farsas del teatro de la
existencia.
Y desde la perspectiva de mi edad, como les ocurre a
tantos otros goreños y goreñas, las fiestas no representan sólo los días
de asueto jalonados por el ritual solemne de los actos cívicos y
religiosos y la merecida jarana de los bailes. Nuestro anual reencuentro
con nosotros mismos y con las personas y lugares que de algún modo nos
hicieron tal como somos. Pero no todo es pasado ni recuerdo, pues hay un
presente esperanzador. Y llaman la atención de quien os habla los
progresos registrados en nuestra villa durante los últimos tiempos. Con
alegría quiero reseñar que Gor está creciendo; son muchas las nuevas
casas que se construyen, y de esta manera hemos desterrado aquel fatídico
chascarrillo de tiempos pasados, cuando la emigración despoblaba
nuestro campo andaluz: "Se vende pueblo con llave en mano".
Muchos goreños y goreñas partieron hacia los cuatro puntos cardinales
de España o al extranjero en busca de ventajas para su modesta
existencia; pero a costa de este progreso individual pagaron un alto
tributo sentimental, el de la añoranza.
No quisiera desaprovechar la ocasión, hoy que nos hemos
reunido tantos goreños y goreñas de aquí y de allá, para resaltar la
labor social y cultural de la revista "Puerta de la Villa"
editada por la Asociación de Amigos de Gor y con la que he tenido el
honor y el placer de colabora en más de una ocasión. En sus páginas
caben desde la semblanza de los personajes más entrañables de Gor
hasta la puntual crónica de la actualidad local, sin olvidar las
secciones dedicadas a nuestra historia , nuestro folklore y nuestra
gastronomía, entre otras muchas de singular interés. Su meritorio
objetivo no es otro que mantener la identidad colectiva de los goreños
y goreñas allá donde se encuentren; es el nexo de unión perpetuo
entre vecinos, amigos y familiares que sólo pueden disfrutar de la
mutua compañía contados días al año, y a través de sus secciones se
mantienen todos informados sobre los progresos de nuestra amada villa.
Gracias a nuestra revista, queridos paisanos, sabemos los
goreños y goreñas de la diáspora que los esfuerzos de hoy van
encaminados a ofrecer nuevos incentivos económicos para nuestra gente.
Por de pronto, Gor, esta luchando contra el desempleo -terrible problema
de la España contemporánea gracias a las iniciativas de nuestro
ayuntamiento y de la Junta de Andalucía. Se esta construyendo una
residencia para la Tercera Edad donde podrán residir dignamente los
goreños y goreñas ya entrados en años que así lo precisen. Y no
menos importante para el futuro de nuestra villa será el hostal -también
en proceso de construcción- que habrá de contribuir al desarrollo de
nuestro potencial turístico, basado primordialmente en nuestra riqueza
paisajística.
¡Hay tantos tesoros por descubrir para el foráneo, en
los aledaños de Gor!. Que decir de la ruta del Parque Natural, desde
Las Juntas hasta la famosa fuente de las casas de Don Diego (sitio ideal
para los sibaritas, pues allí podrán degustar, bajo la sombra
hospitalaria de una mimbre los suculentos manjares de nuestra cocina
mientras se oxigenan con el aire puro de nuestra sierra); ruta que
prosigue luego hasta la fuente de las Víboras y la Canaleja, Alta y
Baja, pasando por Narváez. Sin olvidar otros lugares pintorescos
(nuestras bien surtidas ventas), ni nuestro patrimonio histórico-artístico;
las excavaciones arqueológicas junto al famoso puente de la autovía,
la Escuela Taller, sita en la Venta el Duque, donde los niños de aquí
y de otros lugares, se forjan en el crisol del saber y dan los primeros
pasos en los oficios artesanos, nuestra bien cuidada iglesia parroquial
(quiero recordar que existieron en Gor, varios dólmenes; que por
desgracia sucumbieron bajo la piqueta, al igual que el palacio).
Sin embargo, los mayores tesoros de nuestra villa -y por
tanto el principal reclamo para la influencia turística que reavive la
economía local- no son sino sus vecinos. En efecto, queridos paisanos;
hablo de los goreños y de las goreñas, gentes honestas que saben
trabajar cuando suena la hora e arrimar el hombro, y sanamente
divertirse llegado el momento del asueto. Ellas y ellos dan vida a
nuestras fiestas fiestas rebosantes e tipismo. Pienso en la romería de
San Blas (de nuestro barrio de Triana), con sus corros y letrillas -no
siempre piadosas- y el generoso ágape de hermandad, campestre cuando
las condiciones climáticas lo permiten. Y en las fiestas de Santa Cruz
de nuestro anejo de Las Juntas, con la representación de la Conferencia
del Moro y el Cristiano, pieza de ancianos orígenes que evoca los autos
del teatro medieval. Y pienso en estos festejos patronales de San
Cayetano que se aprestan a comenzar, presididos por la belleza radiante
de la nuestra Reina de las Fiestas.
Durante los próximos días, queridos paisanos, vais a
disfrutar de un lucido programa de: la salida de la bandera, cuyos
lances traza diestramente un mozo goreño entre emotivos vivas a San
Cayetano; la solemne procesión, que recorrerá las calles de la villa
aupando a hombros la imagen de nuestro santo patrono (tarea a la que se
han sumado con mucho entusiasmo las mujeres de Gor); el baño en la
fuente de los Siete Caños, que no figura en el programa oficial pero se
ha convertido ya en una tradición para nuestros jóvenes; el concurso
de rondallas y las verbenas populares donde unos y otros dan rienda
suelta a su entusiasmo festivo. Pero si un acto brilla con luz propia,
no es otro que los toros. Los toros que en la plaza mueren a manos del
diestro, pero que antes han sido corridos y encerrados en su redil por
los vecinos de Gor.
Se trata de la escenificación de un viejo mito: el toro,
símbolo de energía desbocada de las potencias naturales, se mide al
hombre, que representa en raciocinio, la mesura impuesta midiéndose
contra la propia inteligencia y el sentido común -el ángel que afronta
el riesgo pero elude la temeridad-. He ahí la grandeza del encierro
goreño, estimados paisanos, que además reúne un elemento insólito en
otros eventos similares: no se suelta chupinazo ni hay bocina o señal
que anuncie la aparición de los toros. Como suele ocurrir en la vida
-en la vida real- el peligro acontece insospechadamente, nos acecha y
toma por sorpresa. Un factor de riesgo añadido que nuestros corredores
jamás deben olvidar. Desde este balcón convertido en palestra quiero
animar a toda nuestra juventud, mozos y mozas, a correr en los
encierros; pero háganlo con la prudencia del ángel que llevan dentro,
asumiendo las propias posibilidades y rehuyendo tanto los
comportamientos insensatos como los falsos actos de gallardía que
pueden conllevar pongan en peligro la integridad física propia o de los
otros mozos y mozas. Corran todos en pro de la grandeza de nuestras
fiestas, pero siempre con una copa de menos, que la botella es mala
consejera y afloja las piernas del más bragado.
Para concluir con este modesto pregón, cuyas carencias
espero sepan perdonar mis paisanos con la grandeza que los distingue,
quisiera citar a un poeta de verbo fecundo y a la sazón amigo: Miguel
Ruíz López, que ha sabido plasmar con elegancia y cadencia sus más
acendrados sentimientos hacia nuestra querida villa. Tomo la primera y
la última estrofa de una de sus poesías, que dice así:
"Dame
la vara e siempre,
búscame la gorra nueva
y anúdame a la garganta
mi pañuelillo de seda;
que ya ha sonado el cohete
y mis ansias aceleran
por correr el encierro
como aquel buen padre hiciera.
(...)
Tu, madre, puedes quedarte
escondida tras la reja;
que aunque me veas sudoroso
muy cerquita de la fiera,
tu hijo habrá e volver
con laurel en la cabeza,
porque éste es el brindis, madre,
que un agosto prometiera
al padre que se nos fue
pidiéndome con tristeza,
que siempre fuera valiente
con las cosas de mi tierra."
¡¡Viva
San Cayetano!!
¡¡Viva Gor!!"
|