Boletín Nº 17 (Diciembre de 1994)

Sumario.- Plaza mayor - Editorial - Buenos días Gor - La directiva informa - Información municipal - Información local - Delegaciones - Oficios para el recuerdo - Gor histórico: la iglesia de Gor en el siglo XIX, la década de los cuarenta (IV) - Temas de interés - Crónica de las fiestas: El pregón - Los toros - Entrevista - Goreños - Colaboraciones: Gor, un pueblo de altura - Tienes la palabra - Humor y pasatiempos.

 

 

 

 

 

 

LA CONSTRUCCION DE ARADOS

Eran otros tiempos, desde principios de siglo, Juan Plaza García o "el tío Juan, el de los araos", como popularmente se le conocía, construía arados de madera para la tracción animal (sobre todo de encina), oficio duro donde los haya, el proceso era rutinario y todo se hacía a mano.
Hacía salidas al campo para recoger los materiales, y con la experiencia que el tío Juan tenía, decía:
- Corta éste que sale un palo de ubio, y de esta rama sacaremos una mancera; y corta este otro, que sacaremos la cama y un dental.
Como podéis imaginar se cortaba la encina o las encinas diestramente, dejándolas a secar, ya que pocas veces se fabricaba un arado con la madera recién cortada, pues si se hacía así, en la mayoría de los casos, se venteaba, para que nos entendamos, se rajaba, aunque el trabajo con la madera recién cortada era mucho más fácil por ofrecer menos resistencia a ser trabajada con las herramientas (hachas, eszuelas, escoplos, barrenas de mano, escofinas para perfilar, sierras de una mano o para dos personas...).
A pesar de esta ruda elaboración, los resultados eran sorprendentes, teniendo en cuenta que era un oficio bastante sufrido y mal remunerado, que apenas ayudaba a subsistir.
Como cosa normal en todo trabajo, llega un momento en el que uno se hace mayor, por tanto mi abuelo dejó el oficio en manos de su hijo "el Chico de los araos", que fielmente siguió cumpliendo con su cometido, y manteniendo buenas relaciones con los clientes, que en ocasiones venían de Jaén, Almería, de pueblos limítrofes con la provincia de Granada, como Carboneras, Chirivel, Fiñana, el Marquesado y varios pueblos cercanos a Gor.
Mi padre, "el Chico de los araos", seguía saliendo al campo para obtener de las encinas la madera que daría cuerpo al arado, compuesto por el ubio (pieza fundamental); el timón (pieza que por sus características rectilíneas y alargadas se fabricaba en madera de nogal, álamo negro o peral, raramente de encina, por la dificultad de obtener una pieza de esas características en dicho árbol); el dental, con sus orejeras de encina, una canal en el centro donde se alojaba la reja, siempre de hierro para horadar y romper la tierra; la mancera y la cama.
Estas piezas se fueron fabricando durante décadas, hasta que inevitablemente llegó el desarrollo y con él todos estos oficios manuales se fueron dejando en un rincón, pasando a ser "OFICIOS PARA EL RECUERDO".
Hay que decir que "el Chico de los araos", a pesar de dedicarse a esto, de vez en cuando, y sobre todo en fechas señaladas se dedicaba a hacer helado, pero esa es otra historia...

Juan Plaza Moreno

 

El pregonero de 1994: Andrés Cortés Fernández


«Ilustrísimo Sr. Alcalde, señores concejales y demás autoridades. Queridos paisanos: Nuestro Alcalde y amigo, don Francisco Porcel Gómez, ha querido que sea yo quien pronuncie el pregón de fiestas de nuestro excelso Patrón, San Cayetano. Me considero muy honrado con tal distinción, teniendo en cuenta que existen personas con más méritos que un servidor de ustedes para este menester. Por tal motivo, mi agradecimiento a su decisión es doble.
Debemos sentirnos orgullosos, muy orgullosos, de San Cayetano. Perteneciente a la aristocracia italiana, abandonó las riquezas y prebendas que su alcurnia y estirpe le otorgaban para dedicarse al cuidado de pobres y desahuciados, a los que cuidó hasta el final de sus días. Nació en Vicenza en 1480 y murió en Nápoles el 7 de agosto de 1547. Es San Cayetano, por tanto, un espejo limpio donde todos podemos mirarnos.
Jorge Manrique, cuando falleció su padre, manifestó "que cualquier tiempo pasado fue mejor". Esto no es cierto, y para rebatirlo, nada mejor que tomar como ejemplo los progresos y adelantos asombrosos que nuestro pueblo ha experimentado en los últimos lustros, gracias a los indudables aciertos de sus ediles.
Veamos. En mis años juveniles vivíamos casi aislados del resto de nuestra patria. El tren, ahora desaparecido, nos dejaba a cuatro kilómetros de distancia y los accesos por carretera eran polvorientos y llenos de inconvenientes y dificultades... Hoy nos encontramos, cuando abandonamos la autovía que une a Baza con Granada, con carreteras asfaltadas y cuidadas. Quizá algo estrechas...Pero, así y todo, un abismo separa al pasado del presente en este aspecto y, como veremos más adelante, en muchísimos más.
Otro logro no menos importante, y a tenor de los tiempos que vivimos, ha sido el teléfono. Ahora estamos comunicados con el resto del país, con las muchísimas ventajas que ello lleva consigo.
La iluminación de la villa es algo que nada tiene que envidiar a la de la mismísima Puerta del Sol de Madrid. En mi juventud, cuando la noche echaba su negro manto, nos veíamos con candiles y velas. El pequeño motor era insuficiente para satisfacer las necesidades más perentorias de la población. Lo pasado, pues, no fue mejor.
Siguiendo con los progresos, el agua ha entrado en las casas. Ya no hay que desplazarse a nuestra hermosa fuente en busca del líquido elemento: como consecuencia lógica de este importantísimo logro, la desaparición de los poco higiénicos pozos negros, sustituidos por cuartos de baño más en consonancia con los actuales tiempos que nos ha tocado vivir. Lo pasado, pues, no fue mejor.
Poseemos una piscina municipal. El agua-barro de la balsa de Félix ha dado paso a este recoleto y práctico recinto, donde podemos zambullirnos para mitigar los calores propios de estas fechas veraniegas. El lavadero público, hoy, es una reliquia arcaica y prehistórica; pero digno de mantenerlo como homenaje al pasado. Aunque ya esta obra es más antigua, no por eso tiene menos mérito y fue un acierto total. Me refiero a la remodelación de la Plaza Mayor que, desde mi modesto punto de vista, ha sido una de las decisiones más prácticas conseguidas, pues con esta obra ha desaparecido el polvo que levantaba la molesta arena de antaño. Hoy, la mencionada plaza despierta la admiración de propios y extraños.
Se ha inaugurado, de forma no oficial, El Hogar del Pensionista «Ernesto Fernández Jiménez», (uno de los hijos más preclaros, ilustres y honestos que esta tierra ha dado), que es un centro recreativo para la mal llamada Tercera Edad, ya que los hijos de esta tierra están todos como chavales. El esparcimiento, pues, está asegurado para los que ya peinamos canas.
En nuestra villa, como en todos los pueblos de España que viven de su agricultura, se produjo un éxodo imparable, buscando la solución a los problemas económicos en otras latitudes. Este vacío de habitantes produce
una tristeza infinita, dando la impresión de encontrarnos en un pueblo semiabandonado, como quedaban aquellos del Oeste americano cuando se agotaba la veta de oro... En fiestas, ¡vaya paradoja!, no tenemos donde aparcar. ¡Ojalá fuese así durante los doce meses del año!
Gor, arquitectónicamente, crece de norte a sur y de este a oeste: es decir, que las nuevas casas proliferan hasta en la falda de nuestro majestuoso cerro. Esta expansión significa que la mayoría de los que se ganan la vida fuera piensan pasar los últimos años de su existencia en la tierra que les vio nacer.
Me gusta la placita de toros. Es acogedora y está bien pergeñada. Ya se acabó el ajetreo de estar construyendo todos los años una plaza en lugares distintos... Su logro ha salido algo caro, pues hemos perdido el Palacio o Cuartel Viejo, de estilo mudéjar; obra arquitectónica que albergaba en sus muros una fuente de historia inagotable. Ya no vale lamentarse. La cultura le importaba un comino al edil de aquellas fechas.
¿Qué soluciones tenemos, queridos amigos, para paliar la emigración?
A mi se me ocurren dos modestísimas sugerencias: una, concerniente a la agricultura, y otra, a una posible e hipotética industria.
Podríamos poner todo nuestro empuje e ímpetu en la comercialización masiva de las almendras. Plantar árboles a diestro y siniestro, podría ser la solución ideal a los eternos problemas de los agricultores.
La solución industrial me la sugirió la tele el otro día. Todos habéis oído hablar de los productos El Pozo. Los dueños de esta inmensa empresa abastecen a media Europa con sus jamones, salchichones, chorizos y demás derivados del cerdo... Pues bien, estos señores empezaron en una pequeña habitación de un más pequeño todavía pueblecito de la provincia de Murcia. Nuestro pueblo reúne las condiciones climatológicas suficientes para el éxito de esta industria e intentar emular a los murcianos.
A mi edad, la añoranza aflora cuando de mi juventud y amistades juveniles se trata.
Todo ser humano posee recuerdos imborrables de su adolescencia. Yo no soy una excepción. A mi mente llegan con frecuencia tres facetas en las que me recreo con verdadero regocijo: mi asistencia a la escuela, a la que jamás falté, porque en ella me enseñaron casi jugando. El profesor era Don Julio, mi maestro en aquellas fechas, y ahora mi amigo, el mejor de todos los profesores que por mi vida han pasado, y han sido muchos. Le estaré agradecido mientras viva. ¡Qué gran labor desarrolló Don Julio en nuestra villa!
Con nostalgia también recuerdo, cómo no, en estas fiestas, cuando se confirmaba que en Gor disfrutaríamos de nuestra fiesta nacional que, como un rito profano, iba unido a la degustación de sandías; además, al por mayor. Los toros y las sandías caminaban unidos... Sin olvidar la emoción, el colorido y a veces el miedo de nuestros singulares encierros, donde la juventud derrochaba valor, arte y temperamento al juguetear con los astados. Exactamente igual que en la actualidad.
Y, por último, en el terreno de las nostalgias, aquellos partidos de fútbol en las eras, que duraban cinco o seis horas, en los que mis íntimos amigos, don Miguel Jiménez González (al que deseo una pronta recuperación), don Antonio Pérez Lozano, y otros componentes del equipo, junto con el que os habla, aguantábamos el tórrido sol del verano con un estoicismo digno de la mejor causa... El fútbol aplacaba nuestros ímpetus juveniles.
Y para terminar, amigos míos, contaros algo que aquí sucedió hace muchísimos años. El señor Ramírez, excelente persona y entusiasta empresario, que en paz descanse, contrato por estas mismas fechas a unos titiriteros ambulantes para que amenizasen las fiestas de San Cayetano. Estos, agradecidos por llevarse algo a sus maltratados estómagos, dedicaron al representante de la justicia unas coplillas que, para mí, no tenían vigencia entonces, pero que hoy, y a pesar del tiempo transcurrido, sí tienen plena actualidad y son más que válidas para el hombre que rige los destinos de los habitantes de Gor. Decían así:

«EL BASTON DE LA JUSTICIA
LO TIENE QUIEN LO MERECE;
LO TIENE EL SEÑOR ALCALDE,
QUE EN SUS MANOS RESPLANDECE».

¡¡¡VIVA SAN CAYETANO!!!
¡¡¡VIVA GOR!!!

 

 

GOR, UN PUEBLO DE ALTURA

Desconozco los metros a que se encuentra sobre el nivel del mar, pero mi experiencia en Gor me enseñó que, lugar recóndito, se trataba de un pueblo de inmejorable estatura
.Quizás la historia, el paso del tiempo deja una huella inevitable pues se perdieron cosas que ahora es lamentable no poder disfrutar, ... sin duda hubo una época en que Gor era villa de riqueza en sus tierras y monumentos. Ahora, tras la forzosa emigración a tierras lejanas se respira en Gor un aire de restauración, de no dejar perder una identidad, una personalidad propia que es preciso cuidar y cultivar día a día y año tras año, por los goreños y por quienes son cautivados por ellos.
Sin evadirme de la estatura, voy a comentar la impresión que tuvimos al realizar en su pueblo el primer concierto de música "clásica" que podía apreciarse en Gor. Nos sorprendió muy agradablemente cómo el pueblo de Gor acudió en multitud a su iglesia para escuchar un concierto de clarinete y piano, nada habitual por estos lares, ocasión que sin embargo contenía en sí una razón de cordón umbilical, pues uno de los miembros del dúo REINECKE había nacido en este pueblo hacía cerca de unos 30 años. Fue una completa satisfacción comprobar cómo un programa, que normalmente puede escucharse en grandes salas de conciertos, era degustado con tal naturalidad, respeto y atención por parte de n público en general no acostumbrado a este tipo de música, y es que, además de lo entrañable que para muchos podía suponer escuchar a un paisano ilustre, todos fuimos testigos de sentir el milagro de la buena música.
Esta es la razón por la que titulo este entrañable escrito así, pues considero que no hay mayor riqueza, mayor grandeza para un pueblo que el hecho de ser capaz de reunirse, en un templo en este caso, para escuchar buena música. Porque la buena música dignifica, y la dignidad, junto al respeto, es una de las virtudes más naturales y valiosas del ser humano.
Nuestro deseo, como grupo estable de música de cámara, es que nuestro concierto sirva de germen, de semilla fértil que pueda regarse con el entusiasmo y la ilusión de los goreños y sus instituciones, y que con el tiempo, algo que se vivió como hecho extraordinario pueda disfrutarse como algo habitual.
Para la evolución hay un ingrediente de máxima prioridad: la continuidad. El tesón en las cosas es tan importante que sin él algo puede quedar como mero ensayo, pero si un pueblo, el corazón del mismo (que puede estar materializado como en este caso en una asociación altruista de amigos) se propone día tras día construir, reconstruir, cuidar, sentir juntos y ser fiel a su pasado, presente y futuro, pueden conseguirse tantas cosas que ahora parezcan impensables o increíbles.
Hace una semana escasa, por poner un ejemplo, LLanos, mi adorable mujer, y yo asistíamos a una experiencia digna de contar, un pueblo que demostraba el poder del tesón. Se trata de un pequeño pueblo manchego de apenas 600 habitantes, llamado Villaescusa de Haro en la provincia de Cuenca, y fuimos testigos en él de cómo se recuperaba un instrumento que llevaba casi dos siglos sumido en el más descuidado olvido. Se trataba del concierto de inauguración de la restauración de un órgano, un instrumento que siempre fue conductor de almas y coronó con su solemnidad las celebraciones populares y religiosas más cotidianas e importantes que ocurrían en su templo. De esta forma Villaescusa recuperó una gran parte de su dignidad histórica, y es que, en casi todos los pueblos de España, la incomprensible guerra civil del 36 fue verdugo de tantos y tantos instrumentos, en uno de los paises más ricos del mundo en órganos históricos del siglo XVIII.
Desde aquí me gustaría invitar al hombre y la mujer de Gor a que recupere su historia, a que se haga amigo de su pueblo (como reza el nombre de esta asociación), a que contribuya con responsabilidad y orgullo para que Gor sea lo que debe ser, olvidando rencillas, superando dificultades cotidianas y valorando, con realismo y entusiasmo, la importancia de saberse indispensable en el quehacer de cada uno.

Suprema la ambición de saberse dueño.
... que en la vida
sin querellas y luchando con empeño
no hay grandeza ni estatura
ni consuelo a la tristeza
compartida
que no adore con firmeza
el tesón y la cordura
de un Gor grande y no pequeño

Antonio Soria
Dúo REINECKE
Con cariño al Club de amigos de Gor